abril 01, 2012

El asalto a la razón

 

Carlos Marín 



La respuesta está en el diccionario 

Si el Diccionario de la Lengua Española merece su confianza, Gerardo Fernández Noroña no necesita que Andrés Manuel López Obrador “aclare” si, al haber “perdonado” a Felipe Calderón, reconoce al fin la legitimidad de su Presidencia. 

Conmueve corroborar que uno de los más fervientes devotos de Andrés Manuel siga viviendo bajo la ruinosa patraña del “fraude electoral” y defienda el cuento con más enjundia que el propio supuesto agraviado: 

Perdonar. Dicho de quien ha sido perjudicado por ello: remitir la deuda, ofensa, falta, delito u otra cosa (Remitir. Perdonar, alzar la pena, eximir o liberar de una obligación). Exceptuar a alguien de lo que comúnmente se hace con todos, o eximirle de la obligación que tiene. (Eximir. Librar, desembarazar de cargas, obligaciones, cuidados, culpas) Renunciar a un derecho, goce o disfrute. (Renunciar. Hacer dejación voluntaria (Dejación. Acción y efecto de dejar. Cesión, desistimiento, abandono de bienes, acciones), dimisión o apartamiento de algo que se tiene, o se puede tener. Desistir de algún empeño o proyecto… 

Con un probable "caballero consorte" 

Si, como se sabe, a Felipe Calderón le dolió hasta el tuétano la muerte de su entrañable Juan Camilo Mouriño, la inimaginable de Francisco Blake (también como secretario de Gobernación) parece haberle sido aún más estrujante. 

De todo lo que el Presidente habló ayer (incluido su precoz balance de sexenio en el Auditorio), lo que más me impresionó fue la manera en que, durante la edición especial de Tercer Grado, recordó cuando se lo informaron, y evocó a Blake niño acompañando a su padre jardinero a trabajar en casas (quizá de mexicanos) en California, o a él mismo transmitiendo la devastadora noticia a la viuda y a los hijos. 

Lo importante, estoy seguro, no necesariamente es periodístico y, sin dudar de que el trajín presidencial incluyó borbotones de afirmaciones, reflexiones y cifras importantes, vale la pena dejar constancia del Calderón doliente que vi ante la batería de periodistas que coordina el doctor Leopoldo Gómez. 

Eso sí, mucho más importante y periodístico a la vez, el Calderón que acepta su probable conversión en “caballero consorte de la Presidenta Margarita…”. 

Petición de pasados de lanza 

Los integrantes de la Junta de Coordinación Política de la Cámara de Diputados lograron ayer un punto de acuerdo para solicitar a la procuradora general de la República, Marisela Morales Ibáñez, “informar a esta soberanía sobre los procedimientos penales y administrativos seguidos en contra de servidores y ex servidores públicos que ordenaron, participaron y ejecutaron la escenificación ajena a la realidad del lugar de la investigación y violaron las garantías del debido proceso…” en el caso Cassez. 

Su petición denota ignorancia tanto del expediente procesal como de lo discutido y resuelto hace una semana por la primera sala de la Suprema Corte. Tampoco saben, por lo visto, que la propia PGR, a través del subprocurador Alejandro Ramos, anticipó que sólo hasta cuando se produzca el fallo definitivo realizarán las diligencias que correspondan. 

Ahora que, si lo que quieren es asomarse a una indagación formal, desconocen además que piden violar el sigilo en que se debe mantener cualquier averiguación previa. 

Imágenes de un desprecio… imaginario 

Atenidos a las imágenes televisivas, no cabía duda: Guadalupe Acosta Naranjo, presidente de la Mesa Directiva de la Cámara de Diputados, desairó de manera ostensible y “majadera” el saludo del presidente Felipe Calderón, dejándolo con la mano extendida y la sonrisa de nervios congelada. 

El desaire pudo verlo gran parte de la población católica del mundo, durante la transmisión de la llegada de Benedicto XVI al aeropuerto de Silao, y ocurrió en 10 segundos, inmediatamente después de que el perredista saludara al pontífice. 

Consecuencia lógica: la “leperada” desató la lengua de periodistas formados en la adjetivación y la imaginación, más que en el reporteo, que ni siquiera comentaron el hecho de que el Presidente, en contraste con lo que se le vio hacer a Acosta, lo había mencionado respetuosamente en su discurso de bienvenida. 

Una conductora de televisión restringida, por ejemplo, mientras se retransmitían las imágenes bochornosas, comentó que “el Presidente solamente se limita a reír y a buscar la cara de alguien amigable…”. 

El comportamiento del diputado Acosta, informó, “se convirtió en trending topic en las redes sociales: 10 mil 560 tuiteros están hablando de este tema con opiniones a favor y en contra. Y hay que recordar que en 2006 los perredistas propusieron desconocer a Felipe Calderón como Presidente de México, y Acosta Naranjo decidió hacerlo hoy, ante el papa Benedicto XVI…”. 

Para el autor de estas líneas lo visto nada tenía que ver con la realidad de lo que cree saber, así que buscó (sin éxito) al grosero y terminó hablando con el senador Carlos Navarrete. 

El correligionario y amigo de Acosta no tenía idea del incidente, pero, con la información que tenía (que Calderón y Acosta habían viajado en el mismo helicóptero al aeropuerto de la Ciudad de México para tomar el avión que los llevaría, quizá juntos también, al de Silao), dedujo inteligentemente que debió ser algo relacionado con el dichoso protocolo: “Guadalupe me comentó que tenía muy claro que sólo debía saludar al Papa…”. 

Y eso, efectivamente, es lo que pasó: entrevistado in situ por Carlos Zúñiga para MILENIO Televisión, Acosta dejó en claro que había sido prevenido de saludar únicamente al Papa. 

Lo cortés, suele decirse, no quita lo valiente, tal y como se comprobó este domingo en las faldas del Cerro del Cubilete, donde el ex presidente Vicente Fox y Andrés Manuel López Obrador se saludaron poco antes de la misa que encabezó el prominente visitante. 

“No lo podía dejar con la mano extendida”, dijo el candidato de la coalición de izquierda con llana sensatez. 

¡Vaya lección! para quienes creen a pie juntillas aquello de que “una imagen vale más que mil palabras”. 

¿Quién iba a imaginar que el diputado, al acatar las reglas protocolarias, quedaría fugazmente como lépero y vulgar? 

…o que el responsable de la repentina mala imagen de Acosta Naranjo fuera Calderón, a quien, por no contener un gesto de atención, se le olvidó que allí, en ese preciso momento, el personaje importante no era él.

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