abril 01, 2012

ENFOQUES


Salvador Herrera García 

A Ana Judith, in memoriam 

Según cuentan las crónicas, nací una noche incierta, que el tempo ha envuelto en leyenda y poesía. Y cómo estaba escrito, fui cumpliendo mi destino… 

En torno a mi pesebre reuní a humildes pastores y a famosos magos. Más tarde, en el templo, aplaqué el orgullo de falsos sabios y doctores. Fustigué a mercaderes e impostores y fariseos. Sané enfermos, redimí pecadoras y multipliqué pan para los hambrientos… 

Un día, consentí que los niños se acercaran a mí, jugaran y acariciaran mi barbado rostro. Entonces sentencié que de ellos sería el verdadero reino de justicia…Conviví con los hombres sencillos de mi pueblo y lugares aledaños, pescadores de oficio. A doce de ellos los hice abandonar redes y barcas para convertirse en pescadores de almas… 

Y un domingo luminoso, montando un borrico, entre a Jerusalén. La milenaria urbe me recibió entre palmas, flores y jubilosos gritos de ¡Hosanna! 

En el río Jordán, el ermitaño Juan derramó sobre mí, el agua viva del bautizmo. Prediqué mi doctrina de convivencia y solidaridad en montañas valles y pueblos…Caminé sobre las aguas del lago Tiberiades. Recorrí desiertos y caminos despertando conciencias y sembrando parábolas de esperanzas… 

Al fin Hijo del Hombre, fui sujeto a oprobios y humillaciones. Me acusaron de subversivo, de no respetar la ley de Moisés y de atentar contra el Imperio de los Césares… 

Una noche, bajo la sombras de un olivar, uno los míos, con su beso traicionero, me entregó a cambio de treinta monedas de plata…Otro amado discípulo me negó en tres ocasiones…Y en injusto proceso un cobarde procurador se lavó las manos y me entregó a la condena de la chusma… 

Fluí flagelado, escarnecido, coronado de espinas y condenado a la crucifixión, según las leyes romanas. Doloroso fue el recorrido con la cruz a cuestas, tres veces caí…Ya en el Calvario mi cruz fue elevada entre las de dos ladrones…Y como estaba escrito, un soldado hirió mi costado con su lanza, mientras otros centuriones jugaron a los dados mi manto…Y entre la multitud contemplé el rostro doloroso de mi madre…Y mientras el sol se teñía de sangre y las tinieblas cubrían la tierra, entregué mi alma… 

Al tercer día, muchos aseguraron que resucité -como estaba escrito. Y muchos creyeron encontrarme por los campos de Meaux o a las orillas del Tiberiades…Para otros me convertí en la imagen de un frágil hombre injustamente condenado y clavado en un madero. 

Con el tiempo, mi nombre y mi historia fueron patrimonio de todos…Mi doctrina, modificada, tergiversada, de acuerdo a variados intereses se extendió por todo el orbe…Y llegó a ser origen de imperios y reinados 

Sin embargo, mucho de mí vive y se refleja en los en los que atesoran esperanzas y fe…En quienes s unen sus manos en actitud de plegaria…En los que labran la tierra, en los que crean obras bellas, en los que a través de su palabra, su canto o su música cantan a la vida...En los solidarios, en los que elevan sus idea, su voz o su puño contra la violencia, la discriminación y por la justicia y la dignidad humana…En los que día a día luchan por un mundo mejor…Ahí, estoy al lado de ellos… 

Soy el que Soy…La multiplicada estampa de un crucificado. Soy historia. Soy Presencia permanente…Y también el más incomprensible de los misterios: el Dios hecho Hombre que prometió la redención definitiva.

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